A un mes yo les había contado de un problema que había tenido con una de mis compañeras, y que en mi estaba el solucionar ese problema. Le pedí perdón por algo que no había hecho, no voy negar que las cosas con el tiempo empeoraban, así que también no voy a negar que me costo iniciar una conversación con ella para poder pedirle perdón por lo que sea que le había hecho. Hasta que llego el día en el que me anime tire a mi lado cobarde en la puerta y la hable, le dije que me perdonara si le había ofendido en algo o si le había hecho algo que la hizo sentir mal, pues no me gustaba estar así con las personas sin saber porque la distancia y la manera en la que me trataba no la entendía. Bueno… ella me dijo que no había ningún problema, solo que si había uno y ella no quiso decirme nada, pero en ese momento me sentí tan bien conmigo misma más allá de que ella no cambio mucho su trato conmigo, me sentí como liberada de mi conciencia mala delante de Dios por no haber hablado con ella. En ese momento tuve la certeza que agrade mucho a Dios por eso.
Soportándoos unos a otros, y perdonándoos unos a otros si alguno tuviere queja contra otro. De la manera que Cristo os perdonó, así también hacedlo vosotros.
Colosenses 3:13
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