Desde que decidí obedecer pero obedecer con todas las letras Dios, fue muy difícil para mí, a veces yo tenía ganas de ir a la iglesia y mi papá decía que no, justo el día más importante para mí (DOMINGO) se imaginan lo que es? Toda mi vida había ido a la iglesia por más que mis padres me decían que no pero llegaba y no sentía el mas mínimo peso en mi de que había hecho algo que había desagradado a Dios, pues pensaba que el colocar en primer lugar a Dios era eso ir en contra de mis padres pero, algo raro paso en mi, algo que me cambio totalmente mi ser. Cuando mamá enfermó y cayó en cama era un día sábado en el que yo había dicho que iría para trabajar como obrera, pues ese día no habían mucho obreros en la iglesia y como había dicho a Dios tenía que ir y cuando estaba decidida a salir a mamá la tenían que llevar al hospital y yo no la acompañe me fui a la reunión y no supe nada de ella, en ese momento también había creído que hacia bien, pero algo en mi me habló más fuerte con mi tristeza diciendo NO! Cuando llegué a casa vi el fruto de mi mal obra y que eso no era lo que Dios quería de mi, papá estaba tan enojado conmigo que no podía ni mirarlo a la cara, me dijo tantas cosas y tan duras que solo quiero recordar para no volver a hacer eso nunca más. Con la tristeza que Él coloco en mi corazón por haber hecho aquello pedí a Dios perdón por ese gran error, luego pedí perdón a mis padres, “La tristeza que proviene de Dios produce el arrepentimiento que lleva a la salvación, de la cual no hay que arrepentirse, mientras que la tristeza del mundo produce la muerte”, 2 Corintios 7:10-11.
Pero todo lo que me llevó a hacer las cosas correctamente fue por la guía del Espíritu Santo, quien en todo momento me alertaba de mi error, como agradezco a Dios por haberme dado ese gran regalo que es Su Espíritu en mi vida. Y hoy en día hago las cosas de la manera que a Él le agrada y con el temor de no fallar aunque sé que soy un ser humano propenso a cometer errores, sé que Dios siempre estará conmigo para mostrarme el camino correcto, siempre y cuando obedezca a esa voz en mi interior hablando y diciéndome por donde ir. “Porque el que me envió, conmigo está; no me ha dejado solo el Padre; porque yo, lo que á él agrada, hago siempre”. Juan 8:29. Hacer lo que a Él le agrada nos garantiza que jamás estaremos solos, y la obediencia es una de las cualidades que el siervo de Dios siempre debe buscar tener.
Que Dios los bendiga mucho.
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