¿Quien alguna vez no recibió una reprensión por algo que hizo mal? Muchas veces nos reprenden justamente y a veces no. Pero lo importante ante esas situaciones es actuar maduramente.
En mi primera reprensión sentí que me moría y de a poquito sentía que mi tamaño disminuía progresivamente a medida que me retaban por lo que había hecho, mi cara se calentaba y ponía colorada, mis manos transpiraban y quería salir corriendo pues en el momento que me estaban corrigiendo el error, dentro mío decía “juro que ya aprendí no me reten, no lo voy a volver a hacer, lo prometo” pero era necesario que me dijeran donde estaba el error y no solo reaccionar por inercia sin saber en qué había fallado y obedecer como un muñeco manejado por otros. Ahí es donde apareció la persona a la que temía no con temor de miedo sino con respeto, para decirme que las cosas estaban mal, hasta me pidió que le dijera que es lo que había entendido en esos veinte minutos hablando con él, solo para estar seguro si yo había comprendido la enseñanza de ese día y el porqué de aquella reprensión constructiva. Al momento que él me hablaba yo lo veía como si él fuera mi padre que no quería que me pasara nada, que quería que yo creciera bien, mas allá de verlo enojado sentía un gran cariño, porque él quería lo mejor para mí. No voy a negar que paso un día y no me quería ni aparecer por el lugar, llena de vergüenza y timidez, pero cuando llegué su querida y amable esposa me hablo con voz tan tierna diciendo que eso era una enseñanza y que iba a crecer mucho, que debía ser madura y no sentir lo que sentía en ese momento. Pues todos recibimos una reprensión alguna vez y nos sirve para no volver a cometer esos errores que al principio no se ven serios pero con el tiempo pueden tornarse la causa de nuestras caídas.
Sé que mirar con buenos ojos en ese momento es difícil pero el que tiene a Dios dentro suyo, no consigue sentir resentimientos ni rencor contra aquella persona, pues para mantenernos puros, limpios delante de Dios debemos y es necesario hasta mirar con ojos de niño, a los que muchas veces les duele que los reprendan pero uno como padre sabe que es lo mejor para ellos, y ellos en el futuro se lo agradecerán. Pues es así para el que quiere crecer en la Fé. “Porque el Señor al que ama, disciplina, y azota a todo el que recibe por hijo”. HE.12.6
Porque eso pasó para que abrieras los ojos, si no hubiese sido por esa reprensión talvez hubieras terminado de la peor manera más adelante, pero como Dios cuida de vos Él se preocupa para enviarte a alguien que te oriente y muestre el error cometido, pero no cabe duda que el mejor que puede orientarnos es el Espíritu Santo. “pues si nuestro corazón nos reprende, mayor que nuestro corazón es Dios, y él sabe todas las cosas. Amados, si nuestro corazón no nos reprende, confianza tenemos en Dios” 1 Jn 3:20:21